PORQUE LA INFORMACIÓN NUNCA DESCANSA

martes, 29 de noviembre de 2011

La tele y los satélites


Una de las cosas más impresionantes de la tele son, y seguirán siendo por muchos años más, los satélites. Aunque a día de hoy pensemos que la televisión por satélite es un relativo atraso con la llegada de la televisión IP, lo cierto es que tanto operadores de cable, como de ADSL, así como servicios informativos, coberturas TDT en zonas geográficamente complicadas (TDTSAT) y una buena parte de servicios de internet, pasan por los satélites o están implicados de alguna manera con ellos.

Casi todos sabemos que los satélites están en un punto físico en el espacio, órbitando alrededor de nuestro planeta. Una de esas posibles órbitas es la geoestacionaria, un punto en el espacio en el que, en lineas generales, cualquier cosa que sitúes ahí gira al mismo tiempo que el planeta Tierra. Por lo tanto, un satélite situado en esa órbita girará a nuestra misma velocidad de rotación, pareciendo desde nuestro punto de vista en la Tierra que está en el mismo punto siempre en el espacio.

110.000 Torres Eiffel para llegar a un satélite

Estar en órbita geoestacionaria significa que los satélites están a 36.000 Km sobre la Tierra. Es muy difícil imaginar cómo de lejana es esa distancia. Es algo parecido al equivalente a apilar unas 110.000 Torres Eiffel una encima de otra. En el caso de que lo consiguieras, estarías más o menos cerca de un satélite en órbita geoestacionaria. Los satélites por los que emite Canal+, la flota de Astra a 19.2 ºE, o la flota de Hispasat están a esta altura. Muy por debajo de ellos quedan la Estación Espacial Internacional (ISS) y el telescopio Hubble. Increíble, pero cierto.

Si pudieras coger tu coche, y existiese una carretera completamente vertical, podrías convertirte en astronauta en tan sólo en una hora y media si mantuvieses el acelerador constante a 100 Km/h. Después de tres horas y media más llegarías a la Estación Espacial Internacional. Si no parases a tomarte un café en gravedad cero con los astronautas que andan trabajando por allí y continuases conduciendo durante dos horas más, pasarías justo al lado del telescopio Hubble.

Pero aún te faltarían 15 días más sin parar de conducir para poder aparcar al lado de un satélite en órbita geoestacionaria. Lo positivo del viaje es que no hay radares, ni Guardia Civil. Aunque tampoco hay gasolineras para repostar, ni café para aguantar 15 días sin parar de conducir. Ni carretera vertical. Pero es increíble imaginar que ahí arriba, justo a esa distancia, hay un aparato que mide 40 metros de largo y pesa varias toneladas reemitiendo un montón de programas de televisión en cuestión demenos de un segundo.
70 Kilómetros de libertad espacial

cobertura del Astra 1KR
A 35.863 Km literales de distancia se encuentra el Astra 1KR y el Astra 2C, dos de los satélites por lo que emite Canal+, por ejemplo. Desde ahí arriba es visible prácticamente el 40% de la superficie terrestre, por lo que hay cobertura suficiente para dar servicio no sólo a toda España, si no a toda Europa. Al lado de estos satélites, hay muchos otros más en el llamado Cinturón de Clarke. Orbitan en la misma posición y velocidad (la de rotación de la Tierra), y por ellos pasan miles de servicios, como las conexiones en directo de los informativos, por ejemplo.

Aunque no todos están siempre quietos. Los vientos solares, la fuerza gravitacional entre la Tierra y la Luna y otros agentes aeroespaciales hacen que su posición varíe ligeramente. Cada satélite en órbita se mueve en un cuadrado imaginario que mide 70 Km de ancho y de alto. Aproximadamente la distancia entre Madrid y Toledo. Dentro de ese margen, las parabólicas desde Tierra reciben perfectamente la huella del satélite, pero si se saliese de ese cuadrado, la señal se perdería o podría llegar debilitada. Por lo tanto, el satélite está monitorizado y controlado siempre desde Tierra, activando unos propulsores que lo colocan correctamente en el centro de ese cuadrado virtual cuando por algún motivo se desvía.

La duración, o vida útil de un satélite está marcada por la cantidad de combustible disponible para poder recolocar ese satélite desde Tierra, y suele ser de unos 15-20 años en la actualidad. La potencia eléctrica de la máquina se genera a través de los paneles solares, y todos los circuitos electrónicos están redundados para evitar fallos. Un técnico no podría subir ahí arriba a reparar alguna parte de la máquina. Al menos no hasta que inventen las carreteras verticales espaciales.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Historia mundial de la televisión

A continuación, les dejamos una actividad interactiva muy interesante que el Ministerio de Educación ha colgado en su web sobre los medios de comunicación. Nos ha parecido una manera muy didáctica y divertida de conocer la historia de la televisión así que anímate y ¡pon a prueba tus conocimientos!

http://recursos.cnice.mec.es/media/television/actividades/1.swf

martes, 8 de noviembre de 2011

Conociendo un estudio de radio




Cuando hablamos de estudio de radio estamos haciendo referencia al lugar donde se llevan a cabo los programas de radio. En ellos podemos encontrar una mesa redonda o de media luna con entradas para conectar auriculares y micrófonos, altavoces y unos pilotos indicadores con luces rojas y verdes. Esta propiedad de las mesas es una característica importante para poder aprovechar muy bien el espacio y para ubicar idóneamente a las personas participantes y para poder mirarse entre ellas. 
Los auriculares y los altavoces se emplean por un lado, para escuchar la emisión real de la emisora y, por otro, para recibir las órdenes internas que provienen del estudio de control. La señal de los altavoces es desconectada cuando el micrófono se abre para hablar por antena.


Los pilotos indicadores se ubican dentro y fuera del locutorio. Su principal función es la de indicar cuándo los micros están abiertos al aire (luz roja) y, por lo tanto en qué momento el locutor puede hablar. Por esta razón, las personas que se encuentran en el estudio a la espera de intervenir deben evitar hablar o hacer ruidos, ya que todos los sonidos son captados por los micrófonos y emitidos por antena. Igualmente el personal que se encuentra fuera del locutorio no debe irrumpir en el mismo cuando vea la luz roja en marcha. Por contra, la luz verde activa nos indica que los micrófonos están apagados.


Hay que tener en cuenta dos aspectos de gran relevancia en el estudio de locución y en el de control: la insonorización y la acústica. 

La insonorización 

Los estudios de una radio deben estar construidos con materiales que consigan aislarlos para evitar la filtración de ruidos externos, ya sean producidos en el mismo edificio donde está instalada la emisora (voces del personal, puertas o cajones que se abren y se cierran, vibraciones propias del aire acondicionado...) o bien procedentes de la calle. Hay que conseguir que los sonidos no deseados no sean captados por los micrófonos. 

Es importante que estas áreas de trabajo estén situadas en zonas en las que no se reciban vibraciones provocadas por elementos del entorno cercanos, como por ejemplo el paso de trenes. Los estudios mejor construidos se hacen de manera que su pavimento sea flotante y que sus paredes sean estructuralmente autónomas, consiguiendo que las vibraciones externas no lleguen a las cabinas. 

También señalar que las puertas utilizadas para acceder a las salas de control y de locución tienen que ser macizas y, además, deben cerrarse herméticamente. 

La acústica 

En la radio se produce sonido. Por este motivo, la acústica en los estudios en donde éste se genera es vital. Por tanto, además de insonorizar hay que conseguir que las condiciones sonoras sean óptimas. Para ello es necesario construir los estudios con materiales que absorban y reduzcan la reflexión del sonido y que, además, los aíslen. 

Otro detalle a tener en cuenta es la colocación de las ventanas que separan los estudios. Para evitar que el sonido rebote, éstas se instalan en ángulos y son siempre dobles con diversos grosores de vidrio. En definitiva, una buena acústica evitará algo tan poco deseado en la producción radiofónica como son las reverberaciones y las resonancias del sonido. 


jueves, 3 de noviembre de 2011

¿Sabías que?

Lo que hoy en día resultaría un disparate no lo fue en los inicios de la radio, cuando el nuevo medio estaba abierto a la investigación de aplicaciones.


¿Alguna vez pusiste el alambre conectado a una pila en la lengua? Seguramente sí, cuando eras pequeño y ya estaban a tu alcance con algún juguete de control remoto. Y habrás sentido el peculiar gusto que dejó en la boca. Este era el método de probar si la pila seca tenía alguna carga remanente de su uso, y el efecto del “gusto” es producto de la acción electrolítica de la corriente eléctrica, a través de la humedad de la lengua.

El Dr. Alfred Norton Goldsmith y Edward T. Dickey llegaron a experimentar con este sistema de recepción de las ondas de radio, usando el efecto del sabor que deja en la lengua la corriente eléctrica. Este sistema, sin embargo, no fue propuesto para un uso comercial, aunque se llegó a pensar en su momento que algún día pudiese ser útil o necesario donde la recepción sea hecha en un lugar con ruido.

Alfred Goldsmith (izq.) y Marconi en 1922.
Las corrientes generadas por el receptor de radio son en este caso tan débiles que no tienen ningún efecto dañino en la lengua. Para resolver el problema, Los experimentadores usaron un amplificador con válvulas termoiónicas de vacío para entregar el valor de corriente justo para causar el efecto fisiológico buscado. Dos electrodos de plata montados en una pieza de goma dura son ubicados en la boca. Cuando ellos tocan la lengua, la corriente fluye y causan ese “retrogusto”.